Otra vez, me aparto de las culpas del desatino
y me acurruco en tus brazos.
Compartimos la misma mirada,
ya fue así antes,
la época de las cerezas regresa a tu boca
como si perteneciera a ella.
Lengua y carne se dan licencia
como en un lagar las horas exprimidas.
Como si al quedarnos solos
no existiese más
que la boca,
y las cerezas.
X.M.