"Mirar la vida por la ventana" siempre ha ejercido una especie de fascinación. Esa hermosísima paradoja que te sitúa como espectadora del mundo detrás del cristal y al mismo tiempo es un mirarse hacia adentro. Es un viaje hacia el interior, poder soñar y estar despierta, es tal vez, entre otras cosas, otra de las pócimas de la creatividad.
Poesía e literatura infantil-xuvenil de Xulia María
02/04/2020
"Mirar la vida por la ventana" siempre ha ejercido una especie de fascinación. Esa hermosísima paradoja que te sitúa como espectadora del mundo detrás del cristal y al mismo tiempo es un mirarse hacia adentro. Es un viaje hacia el interior, poder soñar y estar despierta, es tal vez, entre otras cosas, otra de las pócimas de la creatividad.
Mirar por la ventana
Mirar por la ventana,
sin implicar la vida en la calle
es disfrutar del útero más
tiempo.
La mujer con carrito de bebé
el funcionario que toma café
la policía que multa a un
conductor
los jóvenes
los abuelos
las drogas consumiéndonos
consumidos por el sistema
contra el que se protesta.
Las monjas enclaustradas
las niñas
liberadas, con un short recortado
mostrando gran parte del
culo de la moda,
esa gran bestia que muda
desde el patriarcado
y dispone a algunas féminas
como un 24 horas objeto
sexuales,
inoculadas, adoctrinadas ,
poco libertarias
y adelante van las mujeres
que corren con lobos
y las esperan
en la esencia de la hembra
que elige
crece en conciencia
se posiciona,
para seguir avanzando en la
espesura
donde habitan los cánticos
el círculo de piedras
las hierbas santas
la sangre de las venas y la
del útero
porque sólo la mujer colorea
dos sangres en el mismo cuerpo
y eso es la divinidad!
Lo divino nace mujer
dios es hijo de una hembra
y cada hembra lleva una
diosa adentro.
Mirar por la ventana sin
implicar la vida en la calle
es tal vez, el secuestro de
un condenado a no salir corriendo
cuando adentro no queda nada
que lo haga saltar de júbilo,
sólo una pausa tranquila se
mienta…
y sus pies sueñan con
atravesar la pradera
con hinchar el pecho
correr para alcanzar la
velocidad de aquellos antiguos
que no vivían en colmenas de
aislamiento
ni en burbujas de cristal o
edificios para muertos.
Aquellos antiguos que tenían
casas atravesadas por el viento
Y en la mirada un infinito de verdes,
una ventana que guardaba una
caricia simple
Porque lo inmenso
de igual manera
estaba afuera
y estaba adentro.