CRECE LA CIÉNAGA

Perdóname si te escribo desde los instintos
desperdiciando la caligrafía
mis modales de mujer.
Te preveía reductible
en tus márgenes
explorado figuratismo.
Sabias que esperaba
y te supe enorme como un sauce
sobre mis papeles sin marcas.

Quiero hablar
del anhelo sin nombre
respirando en las alcobas,
del cortejo de coches
traficando ansias
que no persiguen sueños.

Quiero hablar
de las cavernas que se adentran
en las conciencias transehuntes
y evaporan el arte de ver
a Cantinflas bailando un Chachachá.

La infamia nos devora a través del televisor
y esta quietud
se sumerge como un aguardiente.

Prosigue el carnaval.

La pantalla nos introduce
día tras día, un prostíbulo periodístico
y se alrga la estancia en coma
del diálogo y la cultura.

Quiero hablar de la ignominia
             nada es verdad.
y los niños...
A los niños les han robado
el músico del sitar
y el mensaje que navegaba en la botella.
¡Los niños están solos!
criando muñecos de acero. 

        Estoy ausente lo sé
        porque ya no me reconozco.

X.M.